El gerente de una fábrica de muebles de Benetússer se acostó anoche con la mitad de la plantilla de baja por la pandemia y se levanta por la mañana con la llamada de que el camión de la madera no llegará en la fecha prevista. Y al mirar el correo se encuentra con que dos tiendas de Albacete y otra de Múnich han cerrado el negocio. ¿Qué hacer?
Pero es que otro gerente de una cooperativa de cítricos de la Vega Baja sufre la misma incertidumbre porque no puede cargar el camión previsto para Kiev, ni siquiera le aseguran que pueda cobrar lo que tiene vendido en el mercado de París, porque el supermercado francés está replanteando sus compras en función de su tesorería. ¿Qué hacer?
Desde hace un par de años y sobre todo en este 2022 una peste de incertidumbre se extiende en cualquier empresa, por muy exitosa que haya sido su trayectoria. Primero fue la crisis financiera que nos dejó a todos al pie del colapso, pero la mayor parte de los negocios salieron a flote a base de apretarse el cinturón y mucha confianza en sí mismos.
Pero en 2019 aparece el virus, que primero limita los suministros desde la gran fábrica china y después afecta directamente a la capacidad de consumo y hábitos de los clientes españoles y europeos. Los créditos ICO supusieron un respiro para quienes fueron afortunados por la lotería, pero para otros está siendo un ahogo porque las ventas no dan para pagar los vencimientos. Y ahora viene la guerra, que afectará al consumo interno y, sobre todo, paraliza la demanda. Vas a una tienda y está vacía. Solo están llenos los bares y los tanatorios. ¿Qué hacer?
Esa es la pregunta de cientos de gerentes de nuestros modelos empresariales, con 100 millones como máximo de facturación y cincuenta empleados como récord. No podemos tomar esas decisiones estratégicas que adoptan las grandes corporaciones, porque nuestra caja está titiritando, pero algo hay que hacer antes de morir de frío.
Atendiendo a lo que marca la experiencia, primero hay que saber realmente lo qué está pasando, porque rondan por ahí tantas versiones y hazañas bélicas que uno no sabe si cerrar esta noche la fábrica o esperar a que vengan Putin y el chino a conquistarnos a todos. Primero, buena información. Busque datos fiables, empezando por los propios. Y si le sirve, en esta empresa los puede encontrar: ¡Pregunte!
Segundo: establezca un desafío. No todo se acaba en la melancolía de tiempos mejores. Solo que, como decía Darwin, hay que adaptarse a los nuevos tiempos para sobrevivir. Ni el ordenador es la solución ni las ideas brillantes nos salvan la vida. Ideas y tecnología sobran, siempre son un buen recurso. Lo que falta es buena gestión y ejecutar las decisiones. Descubrir, diseñar y ejecutar, que dicen los americanos.
Y tercero: Todo cambia, pero como cambia la cocina de su casa desde que la compró. Hasta el baño que tiene ahora ya no es el que tenían sus padres. Ni los hijos se comportan igual. Esos cambios no son la incertidumbre. La incertidumbre la provoca el miedo al vacío. Y ese vacío lo llena usted si descubre cómo ganar a la competencia y vender hoy mismo los tres camiones de fruta que le han rechazado en el mercado de Bilbao por saturación de oferta.
Para echarle una mano le adjunto un buen trabajo hecho por la consultora McKinsey sobre cómo debe actuar un gerente en estos tiempos de crisis. Seguiremos hablando. Y si quiere preguntar algo aquí estamos.
Periodista y comunicador