Las empresas que atienden este Interfaz seguro que están motivadas para aprovechar las ventajas de la inteligencia artificial en forma de robotización o para transformar digitalmente su proceso productivo y de ventas.
La apuesta por la tecnología es una tendencia imparable, porque mejora sustancialmente el funcionamiento de cualquier negocio en cualquiera de sus áreas. Es un cambio que ya está dentro de la empresa y pobre del que retrase su incorporación a ese mundo digital. Y ahí da lo mismo que hablemos de diseño, contabilidad, selección de menús para restaurantes, repaso del Aranzadi o medir los valores estructurales de un edificio en construcción.
La incorporación de la inteligencia artificial abarca todos los campos. Y nos traerá inmensas novedades en los próximos días, semanas y años. La mejor prueba es lo ocurrido estos días con la compra de Twitter por parte de Elon Musk por 44.000 millones de dólares. Lo que vaya a hacer con la red es una incógnita, porque lo interesante es de dónde ha sacado tanto dinero para efectuar la compra. ¿Dónde gana dinero Musk? ¿En petróleo? ¿Con la soja? No. Gana dinero con la tecnología que nosotros utilizamos.
Gana millones con la incorporación de nuevas tecnologías a su propia producción y en vendernos inteligencia artificial, aplicada al pago por internet (PayPal), a los coches eléctricos (Tesla) o a la neurotecnología (Neuralink), que investiga y ya es capaz de implantar un chip en nuestro cerebro para mejorar nuestra capacidad. Media docena de empresas que marcan el futuro.
La cuestión es que eso nos suena a grandes empresas, mientras el tejido empresarial valenciano está compuesto de medianas y pequeñas empresas y en muchos casos de microempresas que tienen su fortaleza en el valor añadido que supone su relación más personal con los clientes. ¿Cómo combinar esa tendencia de la inteligencia artificial que nos invade desde Musk o cualquier otro gran iniciador con nuestra realidad empresarial?
La respuesta es solo una: poniendo esa Inteligencia artificial, incluso la robotización necesaria, al servicio del cliente. En medio siempre está el cliente, sea el que acude a un abogado, el que pide una casa, el que vigila la comida de su hijo o dormir mejor.
Hay restaurantes con un robot que sirve la comida, lo que es una atracción para ciertos perfiles de cliente. Pero al final debe haber un ser humano que atienda la calidad de la comida y del servicio del propio robot, que las máquinas también fallan y disgustan al cliente.
Ese es el gran valor añadido de las empresas del tejido valenciano. Mantener una relación personal con el cliente, a la vez que incorporan la inteligencia artificial para mejorar productividad, controles económicos o la gestión de la marca. Un robot puede hacer casi todas las cosas y cada día iremos a más, a medida que interpreten incluso nuestras emociones o los pedidos personalizados de tornillería. Pero el cliente siempre quiere verle la cara a un abogado, a un camarero o al aparejador que controlará la instalación del cuarto de baño en su casa.
El argumento durante años fue que el cliente siempre tiene razón. Ahora hay que dar un paso más, porque en estos tiempos el exceso de oferta genera más competencia. El cliente es el sustento de nuestro negocio, no nuestras ideas ni nuestra inteligencia artificial. Ponga un robot al servicio del cliente, aunque le venda zumo de naranja.
Periodista y comunicador