Es cierto que cortar una lechuga y aliñarla cuesta dos minutos. Pero hay que dejarla a remojo, lavarla bien, descartar las hojas en mal estado, escurrirla, agregarle alguna verdurita más y pasar al condimento de aceite y sal. Total: cinco minutos y metes la huerta en tu casa.

Y con cinco minutos sale una ensalada de lo más apetitosa y nutritiva. Pero pese que solo son cinco minutos hay un enorme porcentaje de la población que tiene pereza de hacer este proceso. Y, directamente, no toman ensalada. Se pasan al filete a la plancha o a los procesados que solo requieren calentar y servir, lo cual también sirve si hay prisa. Pero cocinar y prepara la comida es también un placer, aparte de comérsela.

Cuestión de tiempo y cuestión de prioridades. Hay quien cocina cada día para toda la familia y hay quien no reserva tiempo en su día a día para la cocina casera. Sobre todo, las parejas jóvenes y los singles que viven largas jornadas laborales.

La industria alimentaria lo sabe y por ello ha hecho crecer la oferta de las IV y V gama de alimentos que incluyen productos frescos, lavados y cortados, listos para tomar. Solo llevarlos al plato y condimentar. Toda una tendencia que deja los fogones caseros vírgenes a lo largo de los años, excepción hecha del microondas. Una lástima, porque mezclar sabores es una experiencia. Por eso triunfan los programas de cocina en TV.

No es casualidad que el delivery y el take away se hayan multiplicado exponencialmente desde la pandemia. Hoy, el 67% de la población española pide comida a domicilio y otro tanto muy importante compra platos preparados en restaurantes y supermercados que ya ofrecen menús diarios en un córner para ello. Es la alternativa a cocinar. Y es una tendencia de presente y futuro, que ofrece innumerables ventajas y perfectamente compatible con dedicarle un rato a la cocina.

La industria agroalimentaria se suma a esta demanda facilitando el preparado de verduras. Unos parecen hechos para perezosos: tomate rallado, varitas de zanahoria o manzana a gajos. Pero lo cierto es que, gracias a esta oferta de tomate natural, como el que tú rallarías en casa, con el mismo sabor, textura y sin nada añadido, muchos consumidores se animan a tomarlo sobre unas tostadas o para complementar cualquier otro plato. Algo hemos ganado.

Para muchos esto resulta excesivo. Si usted tiene prisa, compre esa comida, que la hay y muy sabrosa. Pero de vez en cuando hay que salir del sofá y prepararse una comidita de capricho, desde un huevo frito a la ensalada bien dotada de colores y sabores. Lo más sano del mundo. Y con la lechuga cabe todo, lo dulce como unas pasas y lo salado como unas nueces.

Bienvenidos pues esos platos preparados, que al menos permiten comer más fruta y verdura fresca en casa a los que no utilizan la tabla ni para cortar algo de jamón. Y el aporte son antioxidantes, vitaminas y minerales que permiten hacer prevención de enfermedades desde la mesa. Además, son un apoyo a la dieta mediterránea, superada en la actualidad por el exceso de consumo de harinas refinadas, bollería industrial y otros hiperprocesados procedentes de otras culturas gastronómicas. En el mediterráneo tenemos la suerte de poder comer raciones de huerta.

Tome posesión de su cocina. Con una lechuga, una lata de atún, un huevo duro, un par de tomates valencianos, aceitunas, cebollas bien apretadas para que pierdan la fuerza, aceite de oliva y una pizca de sal se puede montar una ensalada que alivia todos los males y hasta te deja conversar contigo mismo o con tu pareja mientras la prepararas sin demasiadas sabidurías gastronómicas ¡Un lujo barato y fácil de disfrutar!

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