Esta casa de comidas -bajo la denominación de “arrocería”- ubicada en El Palmar, en el parque natural de la Albufera de Valencia, especialista en arroces y paellas, ofrece una cocina de “buen hacer” primigenia, basada en la calidad del producto de proximidad y en el ofrecimiento de una singular interpretación de la cocina valenciana moderna, según la visión de su jefa de cocina Maria José Estevens.

Definen su cocina como “sostenible” y mediterránea, repleta de elaboraciones diarias que pretenden actualizar a su manera con técnicas contemporáneas, incluyendo atrevimientos fusionarios de diversos platos, pero cuidando con esmero y protagonismo el producto de calidad, con clara vocación por recetas propias tradicionales de la gastronomía valenciana. No en vano sus arroces son referencia en Valencia.

La Guía MICHELIN España & Portugal 2022 les otorga de nuevo la distinción «Bib Gourmand» y ello se debe al esfuerzo de equipo, método, disciplina, trato y reclamo de sus clientes. Cuidan de manera sencilla los detalles de lo que entendemos como un restaurante de “mesa y mantel”, cuyo ofrecimiento culinario pasa por una carta de corte clásico, con alguna excursión a otras formas y partes del mundo. Pero esto va de platos “ancestrales” y, por ello ,dentro de su repertorio llama la atención el apartado de elaboraciones “por encargo” entre otros: “bullit de peix” y “arroz a banda; “espardenyà”; arroz amb “fesols i Naps” o el “all i pebre”.

La gente de la Albufera de Valencia guarda una de las tradiciones culinarias más antiguas, sabrosas, conocidas y genuinas del recetario valenciano y las profundidades del lago guardan la esencia de este plato, donde habita y se cría la anguila.

Bajo mi criterio gastronómico, el “all i pebre” (traducción al castellano: ajo y pimentón) -a base de anguila y patata- es un manjar de pescadores que puede rivalizar con alguno de los platos míticos de la cocina tradicional del panorama nacional. A ello le suman que pocos lugares guardan el encanto y la tradición de uno de los parajes más destacados en la obra del novelista Vicente Blasco Ibáñez: Cañas y barro, Arroz y tartana o Entre naranjos son algunas de las novelas que tienen como escenario la Albufera de Valencia.

En esta laguna nace, se cría y desarrolla este pescado azul, anguiliforme y de agua dulce (su cría es la popular angula), un carnívoro migratorio que abandona el agua dulce y va a desovar al mar. También conocida como serpiente marina, optamos por configurar un menú monotemático, a base de anguila, ingrediente principal de nuestra receta:

Primer plato. Timbal de aguacate, tomate y anguila (a dados) natural: Acierto visual respecto al volumen y disposición del emplatado; en boca encontramos conjunción, frescura y melosidad. La cremosidad vegetal de la fruta y la leve acidez del tomate acompañan de manera elegante a la intensidad contenida de la anguila fresca en porciones.

Segundo plato. Anguila frita, con patatas y ajos refritos: Aun con un punto subido de grasa moderada en aceite, necesario en la elaboración, encontramos lo que buscamos. Resultado crujiente, jugoso, fácil de digerir y entender. Se nota el cuidado respecto a la manipulación del lavado previo de la anguila (sangrienta, babosa y sucia).

Tercer plato. All i pebre: Fiel reflejo de lo que es una cocina de tiempo y fuego, meticuloso cuidado en el sabor y untuosidad.  Todo en su justa medida y equilibrio, rozando la perfección. No hay contrapuntos en boca, todo en uno es potencia supina: patata carnosa, anguila mantecosa, salsa consistente y barrosa, trabada con un majado perfectamente granulado.

Postres de la casa; repertorio a centro de mesa de postres caseros al corte.

En los vinos de acompañamiento para la ocasión, encontramos franqueza y comunión; ambos debidamente estructurados:

El blanco. Fillaboa selección Finca monte alto (Rías Baixas) Albariño de pago 30. Crianza de 12 meses sobre lías en acero inoxidable: Lleno de frescura, con acidez integrada, untuoso y suave. Aromático.

El tinto. Emilio Moro – 2019 – Tinto Fino 29, crianza de 12 meses de roble americano y francés. Potencia, equilibrado y carnosidad, tanino meloso y pulido con notas de madera.

El all i pebre de anguila es una receta tradicional de los pescadores de la Albufera, tan “sencilla” de preparar, que poca gente (cocineros profesionales o en casa) la fusila a la perfección. En boca debe resultar una comunión de sabores; por lo que es fácil el desequilibrio de salado, toque amargo del quemado del ajo y acritud del quemado del pimentón; la patata debe estar bien cocida, entera a punto de quebrarse pero sin llegar a ello (vomitando todo almidón) y la anguila cocinada en un justo punto de cocción; por supuesto previo a ello una manipulación exhaustiva del lavado de la serpiente. Además, por las prisas, poca pericia y miedos se suele ofrecer con un caldo líquido, ligero, graso pero exento de untuosidad y traba; vamos, un despropósito visual y palatal.

En nuestro caso seguimos con elogios; la carne del “bicho” es la que dota al plato de una untuosidad y sabor muy peculiar. Criado en esta zona tiene como notas predominantes un dulce y a la vez sabor potente, intenso y duradero.

Radicalmente rica y pantagruélica, consigue supremacía en toda su cuchara. Perfecto manejo en todas sus texturas de sal y control potencial del fuego. Magistral la medida e incorporación de la picada de mortero con las almendras, el pan frito y la pimienta negra. La anguila (diseccionada) sigue nadando debidamente cocida en una salsa ligada que emula al barro de la laguna.

Ingredientes del ‘all i pebre’ de anguila (4 personas): 4 dientes de ajo enteros con piel; Aceite de oliva virgen extra; 1 cucharada de pimentón dulce; 2 guindillas; 3 patatas peladas; 1 kg de anguilas limpias y troceadas; sal; 60 gramos de almendras tostadas peladas; 2 rebanadas de pan frito; pimienta negra en grano; perejil fresco.

Si la preparación es especial -por la aparente sencillez de la misma-, la forma de comerlo no decepcionará a nadie. Al ser un plato típico de pescadores y a pesar de su consistente salsa, las historias y escritos de la época invitan a que se debe comer sin cuchara, mojando buenos trozos de pan y bebiendo un buen vino o de lo contrario, la furia de la Albufera caerá sobre vosotros. Y a tener en cuenta, que, la receta original no admite majado de almendras ni pan para espesar. De una manera u otra busquen siempre la conjunción en boca y buenas hechuras gelatinosas en el fondo de nuestra querida Albufera.

Pin It on Pinterest

Interfaz Magazine
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.