Existen escuelas que son distintas, escuelas plurales en las que no existe una estructura piramidal ni en las que la vida escolar viene dictada por los docentes, y “obedecida” por familias y alumnos. Existe un tipo de escuela singular con el nombre de Comunidades de Aprendizaje (CdA). Aunque en los últimos años se ha incrementado su número en España, es aún difícil encontrar Comunidades de Aprendizaje oficiales, siendo más habituales en el País Vasco y en Andalucía. Para conocer este nuevo modelo de escuela abierta y plural hablamos con María Gracia Ramos Gil, directora del CEIP Menéndez Pelayo de Puertollano, en Ciudad Real.

– Graci, ¿por qué vuestro colegio decide empezar a implicar a las familias?

– Hace unos años situación era bastante caótica. La convivencia era complicada, con conflictos entre familias y que llegaban incluso a los docentes. Decidimos cerrar el colegio a las familias. Nos adelantamos unos años a los protocolos Covid. ¡Unos visionarios! En el curso siguiente se marcharon 30 alumnos del colegio y fue cuando nos dimos cuenta de que así no podíamos seguir. Estábamos en septiembre de 2015 y ese fue mi estreno, a la fuerza, como directora. Sabíamos que seguir de brazos cruzados no iba a funcionar, algo había que hacer. Gracias al orientador empezamos a conocer el ABP (Aprendizaje Basado en Proyectos) y formarnos, iniciamos un proyecto de huerto escolar y celebramos un carnaval disfrazados de verduras, gracias a la ayuda de cinco madres que se implicaron. Nuestro inspector, don Isidoro Duarte, nos llamó para hablar de Comunidades de Aprendizaje. Al principio no teníamos ni idea de lo que era, pero tras investigar y dialogar, decidimos que no teníamos otra salida. Estábamos a la deriva y nos enviaban un bote salvavidas. Así que nos lanzamos. Decidimos tomar ese camino por nuestros alumnos. Lo primero fue volver a abrir las puertas del colegio, volver a charlar con las familias y conocer sus problemas e inquietudes y empezar a darnos cuenta que, trabajando entre todos, familias y profesores, podríamos llegar a hacer grandes cosas. Indudablemente la convivencia mejoró notablemente, porque nos dimos cuenta que, si remábamos juntos, todos estábamos mucho mejor y era más fácil llegar a puerto y eso se notaba principalmente en el clima del aula. Se acabaron los “se lo voy a decir a mi padre y te vas a enterar”; sabían que sus padres y nosotros opinábamos igual.

– Hablamos de familias, pero… ¿qué tipos de familias tenéis en el cole?

– Las familias que acuden a nuestro centro son principalmente de nuestro barrio y de los más cercanos. Son familias humildes que se dedican principalmente a la venta ambulante o pequeños trabajos con poca remuneración. El 60% de nuestro alumnado procede de etnias, es alumnado con origen marroquí o de familias desfavorecidas, aunque a mí esta clasificación no me gusta. Pero te digo una cosa, a mi cole solo van niños y niñas, su procedencia o etnia es un dato sin importancia, debemos huir de ese tipo de etiquetas y nuestra manera de entender la escuela va en esa línea. También tenemos familias que apuestan por un tipo de enseñanza diferente, sin importarles el nivel de renta del resto de familias.

– Al final habéis decidido ser una “Comunidad de Aprendizaje”, pero ¿qué es eso?

– Podríamos definirla como una propuesta de transformación educativa que busca mejorar el aprendizaje y la convivencia de todas y todos los estudiantes. Se basa en el aprendizaje dialógico, fomentando la participación educativa de la comunidad y en una serie de actuaciones educativas de éxito. Fue desarrollado por CREA en 1990 y está basado en las teorías de Vygotsky, Bruner, Mead, Bakhtin y Habermas. Y lo avala la comunidad científica internacional. Para mí es una forma diferente de organizar el cole, donde todos pueden participar de la toma de decisiones del centro y que implica no solo a maestros, alumnos y familias, sino a todo a aquel que quiera implicarse en conseguir un colegio mejor y ofrecer una enseñanza de mayor calidad a nuestros alumnos.

– Qué importante es basarnos en las evidencias científicas, pero ¿cómo puede un colegio convertirse en comunidad de aprendizaje? ¿os ha sido sencillo?

– Para hacerlo “solo” hay que seguir 5 fases. La más importante es la primera: “Sensibilización”. Aquí es cuando te das cuenta de que algo tienes que hacer, que lo que estáis haciendo en el cole no funciona o simplemente, queréis hacer algo nuevo. Continuamente nos están hablando de ser competentes, pero nuestras clases se basan en el aprendizaje memorístico para soltarlo todo en un examen. Algo estamos haciendo mal y por eso este modelo de escuela empieza por sensibilizarse en esa transformación. La segunda es la “toma de decisión”. Es cuando decides embarcarte en el proyecto. A nosotros nos costó solo dos días decidirnos. Sabíamos que estábamos mal, a disgusto, y esto nos podría ayudar a mejorar la convivencia y los resultados escolares. ¿Qué perdíamos por intentarlo? Hablamos con un grupo de padres y les dijimos que íbamos a cambiar muchas cosas y necesitábamos de su ayuda. Por suerte confiaron en nosotros y empezamos a hacer nuestro proyecto y alguna Actuación Educativa de Éxito (AEE). La tercera fase es la más bonita: “el sueño”.

– ¿Cómo se organiza ese sueño colectivo?

– ¿Te imaginas que le dices a los niños que sueñen lo que quieren para su cole? Nosotros hicimos un árbol, donde cada hoja representa un sueño. Pues eso, sueñan y tenemos sueños súper sencillos de hacer que se pudieron cumplir inmediatamente, como tener redes en las porterías, areneros con agua del mar en las clases o fotos suyas en el cole; otros nos han costado más, porque implicaban más trabajo y dinero, pero ya tenemos un parque con tobogán, el cole decorado como nuestra biblioteca o un comedor. En esta fase no solo soñaron los niños, sino toda la comunidad educativa y los agentes sociales que colaboran con nosotros, desde el Ayuntamiento de Puertollano, ONGs como Ayuda en Acción, Fundación Repsol o Fundación Secretariado Gitano. Hicimos una gran fiesta a la que asistieron el 80% de las familias. Fíjate si había cambiado ya la vida del cole y solo acabábamos de empezar. La cuarta es la selección de prioridades, donde voluntarios y profes seleccionan los sueños y se clasifican en comisiones mixtas que se encargan de cumplirlos. En nuestro cole tenemos cinco: Siempre Aprendiendo, Infraestructuras, Voluntariado, Decoración y Convivencia. Al mismo tiempo se van implementando las AEE, principalmente los grupos interactivos y las tertulias literarias, ya que solo necesitan un poco de trabajo extra de los profes. La última es la “planificación” y aquí es donde se organiza todo el trabajo y se diseña el camino entre realidad y sueño. Cada comisión recoge sus sueños y los clasifica en corto, medio, largo plazo o imposibles y empiezan a trabajar para cumplirlos. Cada sueño cumplido se transforma en un fruto y tenemos otro árbol lleno de frutos. Ya hemos cumplido casi todos los sueños y el curso que viene soñaremos de nuevo. En esta fase se implementan todas las AEE y las familias empiezan a ser una parte más de la vida cotidiana del centro, ya que bien por un grupo de EBA, propuesto por ellas, bien por un voluntario en un grupo interactivo, o una reunión de comisión mixta, siempre hay gente en nuestro centro. En nuestro caso, cuando salió la convocatoria para ser reconocidos como CdA (2016), nos faltaba formación y no volvió a salir la convocatoria hasta 6 años después. Pero a base de insistir, hablar con todo el mundo, incluso con el consejero de Educación, conseguimos entrar en la Red de CdA de CLM desde que se formó y empezar a dar formación nosotros como ponentes, sin haber sido reconocidos oficialmente hasta este curso. Ha sido un trabajo duro, pero no nos ha hecho bajar los brazos, a pesar de todo lo que teníamos en contra, porque veíamos que esta metodología funcionaba y no la íbamos a dejar.

– Me parece una forma de gestionar el colegio maravillosa, pero ¿por qué no todos los colegios son comunidad de aprendizaje?

– Supongo que por varias razones: la primera y principal porque implica una forma diferente de organizar el centro educativo y eso implica, al principio, más trabajo; se trata de darle una vuelta a la forma que tenemos de plantearnos la educación, de “sacudir las alfombras”, airear todo y lanzarse a una aventura, que, aunque la ciencia te dice que va a funcionar, en un primer momento solo ves más trabajo. Se trata de salir de tu zona de confort (libro, ejercicios y examen) para hacer cosas diferentes, pero en el fondo, cuando las analizas, te das cuenta de que estás cumpliendo la ley (la que haya en ese momento) trabajando por competencias, fomentando el trabajo en equipo y mejorando los resultados escolares de nuestros alumnos, que es uno de los fines últimos de la educación. Por no hablar de inclusión educativa; en las CdA todos los alumnos y alumnas participan de todas las actividades del centro. El alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo (ACNEAE) no sale del aula, excepto contadas ocasiones, para realizar sus actividades de refuerzo, sino que el profesor de PT es el que trabaja dentro del aula, adaptando los contenidos a los que están trabajando el resto de compañeros. La ventaja es que contamos con dos maestros en el aula, con lo que todos salen beneficiados, pero principalmente el alumno/a ACNEAE que no se siente excluido de las actividades de sus compañeros. Por otro lado, darles voz a las familias o voluntarios y que puedan tomar decisiones dentro del centro. Si tenemos en cuenta que el aprendizaje se produce por la interacción con otras personas, cuantas más personas encuentre, mayor va a ser mi aprendizaje. Dice un proverbio africano que se necesita un pueblo entero para educar a un niño y creo que esta es una máxima de la educación que a veces se nos olvida. Debemos conocer el entorno de donde procede nuestro alumno y desde ahí, proporcionarle la mejor educación posible con el mayor número de oportunidades a su alcance. Por último, está la reticencia a que un padre o madre pase a tus clases, ya que la primera reacción es pensar que te van a juzgar. Nada más lejos de la realidad. El voluntario que viene no hace de profesor, sino de dinamizador del grupo que le ha tocado; el profesor explica y corrige y lleva el control de la clase. El voluntario o voluntaria que viene una vez, repite, porque es una experiencia muy gratificante tanto para los alumnos como para él o ella. Y no digamos del niño o niña que ve a su familiar dentro del aula. El orgullo que siente le hace estar más motivado hacia aquello nuevo que le van a enseñar.

– ¿Puedes contarnos algún ejemplo de actividades o proyectos que se realizan con las familias?

– Las familias y los voluntarios participan en muchas actividades del centro y del día a día. Tenemos voluntarios/as que vienen una vez por semana en horario fijo, pero establecido por ellos, a los grupos interactivos; otros vienen a las reuniones de las comisiones mixtas, una vez al mes; hemos tenido un grupo de EBA y ahora uno de formación en imagen corporal y competencias digitales que vienen cuatro horas a la semana. Sobre los proyectos que hemos hecho en el centro, destacaría tres: el primero fue “El puente”, en el que investigamos sobre una pasarela que hay al lado de nuestro cole y que utilizan los niños. Tirando de amigos y familiares conseguimos un arquitecto, una matemática, un geólogo, un profesor de Ciencias Físicas y un ingeniero que había trabajado en él. Cada uno les habló del puente desde su perspectiva y realizó un trabajo de ABP o STEAM (también somos centro STEAM) sobre lo que más les había llamado la atención. Además, un grupo habló con los concejales de Medio Ambiente y Urbanismo, para instalar papeleras; otros organizaron una carrera vertical y con el dinero recaudado lo donaron para dos asociaciones de animales y desde el equipo de Orientación vieron las dificultades que podría entrañar para las personas con diversidad funcional subir y bajar las escaleras. La profe de artística montó una coreografía que hicimos el día que instalamos las papeleras. Otra actividad de la que nos sentimos muy orgullosos, es que tenemos voluntarios de Estados Unidos. Un grupo de estudiantes de la Saint Louis University de Missouri, con sede en Madrid, capitaneados por Hamish Binns y Gema Pérez, vinieron a nuestro cole un finde a realizar talleres en inglés con nuestros niños, conocieron nuestro proyecto y quisieron volver para ayudarnos a cumplir sueños. Y así lo hicieron dos veces más ayudándonos a tener un cole mucho más bonito y floreado. Nuestro último proyecto en marcha es para cumplir un sueño: “que el colegio tenga nombre de mujer” y después de conocer a dos mujeres deportistas de Puertollano que tienen una instalación deportiva a su nombre (María Luisa Cabañero y Paqui Moreno, la primera mujer bombero de España con varios récords Guinness y la varias veces campeona del mundo de judo y jiu jitsu, respectivamente). Investigaron sobre otras mujeres importantes españolas y lanzaron una campaña electoral para dar paso a unas votaciones, en las que ahora estamos inmersos. En una semana conoceremos el nombre de nuestro cole y tendremos otro sueño cumplido.

– Para quien aún no ha llegado a entender vuestra forma de trabajo, ¿cómo es un día a día en vuestro cole?

– Pues empezamos recibiendo a los alumnos con música, otro sueño cumplido, y según el día tenemos un tipo de música diferente. Luego suben a clase y hacen una pequeña asamblea hasta que llegan todos (hacemos entradas escalonadas). Empiezan las clases normales, pero todos los cursos tienen planificado desde el principio de curso los días que tienen tertulias dialógicas literarias o grupos interactivos. Esto implica que todos los días se realizan AEE en nuestro centro. Una vez al mes se reúne la Asamblea de Delegados conmigo y vemos los problemas que les atañen o cómo organizar los juegos de los recreos. Una vez al mes se realizan también tertulias musicales o artísticas. Las comisiones mixtas se reúnen una vez al mes y estamos abiertos a imprevistos que puedan surgir. Una vez montamos una exposición sobre Marruecos de una ONG de Puertollano. Los padres y madres vinieron a verla y unas madres marroquíes nos dijeron si podían traer unos vasos de té para completar la exposición, ya que solo había una tetera. Les dijimos que sí y nos dijeron que nos iban a traer te. Se presentaron con trajes, pañuelos, te y comida para todos los alumnos, los profes y las familias que se quedaron. Ese día no dimos clase pero aprendimos mucho sobre sus tradiciones. ¡Incluso nos pintaron las manos con henna! Fue una experiencia inolvidable para todos.

– Y para acabar, ¿cuál crees que la mayor fortaleza de esta forma de trabajo?

– Aparte de las evidencias científicas que lo avalan, formar parte de una comunidad que camina junta y donde la opinión de todos puede ser tenida en cuenta. Cada uno, aportando su pequeño granito de arena, puede lograr cambiar la vida de un niño o niña.

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