El pasado 12 de abril se publicaba el nuevo RD 270/2022 por el que se modifica el reglamento de ingreso, acceso y nuevas especialidades, y por el que se modifica el sistema de oposiciones. No es algo nuevo, ya se sabía que iba a suceder y a la mayoría de opositores (preparados para ello) les ha hecho replantearse su camino hacia la oposición.

Hoy hablamos con Ana María Bueno de los Ángeles, opositora, maestra y una docente de corazón que cree en todo lo positivo de la escuela, pero que a su vez sufre el camino nada sencillo de preparar unas oposiciones para trabajar en la escuela pública. Ponerles voz a miles de personas no es algo sencillo, pero lo que nos une como personas es el sentir de forma diferente, y que esas diferencias nos ayuden a ser uno, a cooperar con la diversidad que nos hacer ser. Ella es un excelente ejemplo de la realidad actual de miles de opositores.

“Las maestras y maestros, son personas con las que me he ido encontrando a lo largo de mi formación en este camino, que nada tienen que ver con parámetros cerrados. Son personas que buscan y quieren tener la capacidad y habilidades de educar desde el corazón, con ese ser y sentir que despierta ilusión, esperanza, compromisos y ganas” nos comenta Ana.

“El proceso de oposición al que nos enfrentamos en algún momento de este gran camino no es más que la dedicación persistente para llegar a las aulas, para acercarnos a los niños y las niñas que esperan un haz de luz: que les alumbre el camino y les enternezca el corazón, hasta tal punto que querer sea algo tan natural como certero. Sin importar el número de leyes que debemos memorizar, ni el temario que tengamos que conocer para llegar a conseguir esa plaza tan ansiada. Plaza que llega cuando tiene que llegar. Porque cada persona experimenta este proceso de una manera, y todas son lícitas. Las circunstancias personales influyen, los estímulos externos a veces nos limitan, pero la actitud que elegimos para llevar a cabo este objetivo que nos proponemos, marca la diferencia entre educar con el corazón, y no hacerlo. La sociedad enmarca una serie de factores y condiciones que debemos cumplir, que debemos tener en cuenta para ejercer la profesión que amamos. Pero ¿qué importan los cómo, si el por qué nace del corazón? El tiempo que dedicamos, los sacrificios a los que nos sometemos merecen la pena si el objetivo que perseguimos es formar personas humildes, competentes, alegres y llenas de ganas y energía. Con el fin de construir una sociedad en la que sonreír y servir abanderen nuestra forma de vivir”. La mayoría de las personas creen que los opositores lo que buscan es un trabajo para siempre, una estabilidad laboral y cierta comodidad, pero la realidad es una búsqueda de realización personal, superación, y alcanzar el sueño de ser el docente que uno quiere ser.

El respeto y la libertad son valores por lo que merece la pena luchar. El deber es lo que mueve el querer. El saber nos acerca al hacer. Al buen hacer, ese que marca la diferencia. Pero marcar la diferencia es mucho más que conocer leyes, respetar el currículo e innovar en las aulas. Marcar la diferencia es esforzarse hasta tal punto que merezca la pena cada paso. Cada aliento de respiro cuenta.

“No podría olvidarme jamás, al hablar de todo esto, de la salud mental, de la importancia de cuidarnos, de que nos cuiden. No nos ayuda que nos machaquen con presión y exigencias, no necesitamos que cada día se nos repita que tenemos que ir a por la plaza dejándonos la piel, exprimiéndonos como máquinas sin freno. Los procesos a veces son largos, y para mí lo importante es disfrutarlos, disfrutar los vínculos que vamos creando a lo largo del proceso, con nosotras mismas y con el resto. No importa cuando, ni dónde, importa vivir enamorada de lo que haces hasta que llegues a la meta deseada, y ahí seguir dando el tanto por cien de las capacidades que nos podemos permitir, porque no siempre estamos al 100%. Pero si lo que podemos ofrecer es el 60%, esa será nuestra lucha. Y si no llegamos hoy, llegaremos mañana. ¿O no es esto lo que les enseñamos a los niños y niñas?” Así lo comenta Ana.

Sabemos que en los próximos ocho años se va a jubilar cerca del 35% del cuerpo docente de España, y eso son muchos docentes. Vamos a necesitar que en un periodo breve se incorporen muchísimos maestros, aquellos que han finalizado sus estudios en breve y también los que quizás los inicien dentro de uso meses. Evidentemente es cierto que la natalidad sigue bajando, y que a menos niños se necesitarán menos docentes, pero la regeneración docente es un problema que ya se está manifestando en países como Portugal y que en España ya se empieza a hacer presente.

Como nos cuenta Ana, “acabé la carrera de Magisterio en Educación Primaria hace poco, y tenía claro que mi próximo destino era opositar, estudiar para entrar en bolsa. Como el objetivo de muchas otras personas que en algún momento de su vida encontraron en la educación y en esta profesión su lugar. Un espacio en el que la imaginación vuela tan alto que a veces perdemos el norte. A veces nos gusta soñar con nuestro alumnado que podemos viajar a lugares maravillosos en los que todo está bien y todo el mundo puede entrar. Y es esto lo que pretendemos con la planificación de nuestras programaciones didácticas, tras cada objetivo y contenido que trabajamos, buscamos volar a lugares donde el alumnado pueda soñar con todo esto, a la vez que aprende, al mismo tiempo que adquieren competencias que les llevarán a donde quieran llegar. Ayudar al alumnado a conocerse y valorarse es el objetivo que deberíamos perseguir, sin importar las piedras del camino, los muros que haya que escalar, ni los tsunamis que surfear. ¿Cómo vamos a dejar que un proceso como el de opositar nos aparte de este sueño?”.

Desde esta perspectiva existen dudas importantes sobre si el proceso de selección en las oposiciones valora la esencia del magisterio. La oposición es un ranking importante para conocer los conocimientos del docente sobre muchos aspectos pedagógicos, pero ofrece una muy escasa valoración sobre los cimientos educativos de la persona que oposita.

Reivindicamos derechos, porque los queremos para nuestro alumnado. Buscamos mejoras porque no podemos permitir que se le niegue al alumnado lo que como personas les corresponde.  El derecho a la educación pública para todo el mundo lo es porque nos presuponemos capaces de ofrecerlo. De aportar lo que las personas merecen, y por este motivo, no podemos ofrecerles cualquier cosa. Necesitamos que desde Conselleria se facilite el acceso y la participación, que podamos llegar a cada niño y a cada niña, no podemos escatimar en personal ni recursos, no puede ser esto una carrera de fondo en la que gana el mejor y más rápido. Igual que les enseñamos a cooperar tenemos el deber de hacerlo nosotras y nosotros. Desde la persona que escribe la ley, pasando por las personas que la aprueban y las que la aplican en las aulas, así como las que se cruzan con el alumnado en el centro educativo cuando están barriendo el pasillo. Porque sí, el personal de servicios también forma parte de la comunidad del centro, y también merecen atención y dedicación.

Reivindicamos una comunidad en la que nos apoyemos, en la que una mano amiga llegue en el momento preciso. No podemos pisarnos, competir, ni luchar a contracorriente. Una red de centros educativos públicos en la que el vínculo sea tan fuerte que podamos ser capaces, de verdad, de construir algo grande. De construir un espacio gigante donde acoger diferencias, sentimientos, maneras de hacer, maneras de ser, opiniones, experiencias y, sobre todo, un espacio en el que trabajar unidos y unidas. Porque, ¿qué hacemos aquí si no es despertar en las personas que nos rodean, en nuestro día a día, sentimientos de aprecio, de alegría, y de comodidad? Y ya no hablo de educación, me tomo la licencia de gritarle a la sociedad entera que necesitamos vivir para/con el resto, agradando y valorando lo que hacemos y sentimos. Basta de críticas, de juicios, de quejas y de sometimientos absurdos que nos alejan de lo que somos.

Y así Ana nos propone un último llamamiento a todos los opositores, docentes y personas que trabajan con los niños:

“Queridas maestras, queridos maestros, y queridas todas las personas que tenéis algo que ver con todo esto, nunca os olvidéis de lo verdaderamente importante de esta nuestra profesión: hacer crecer, sentir y prosperar. Valorando a cada niño y a cada niña cómo lo que son, las personas por las que algún día soñamos a lo grande y decidimos que sí se puede, independientemente de los quizás”.

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