España está en la cola de la OCDE en el porcentaje del PIB que dedica a cuidar a sus ciudadanos, sin conseguir pasar del 0,9 frente al 1,5 % de media europea. Y la Comunidad Valenciana está prácticamente en la cola de España, sobre todo en lo que supone el bienestar de dependientes, ancianos y ciudadanos en general.
Pero no son solo las plazas en residencias, las prestaciones o los bonos. La Generalitat no nos cuida, pero nosotros tampoco. Por eso preferimos el botellón que evitar el virus. En los presupuestos que manejan la Generalitat, las diputaciones o los ayuntamientos se habla de tanto y cuanto se va a invertir este año a la Sanidad o al Bienestar, pero Mónica Oltra o Ana Barceló andan enredadas en nacionalizar hospitales o reducir las residencias privadas, sin dedicar un euro a la prevención de enfermedades.
La obsesión sigue estando en tantas camas de hospital por enfermo, las recetas placebo o el ejemplar comportamiento de estos o aquellos profesionales mejor o peor pagados (1.100 € por doce pagas para cuidar personas totalmente dependientes). Pero ni un euro para enseñar en los colegios a comer estos u aquellos alimentos y así evitar enfermedades posteriores. Menos mal que hay empresas que atienden el catering de muchos centros escolares que ya hacen esa pedagogía por su cuenta.
Si no hay cuidado para comer tampoco lo hay para la prevención en hábitos. ¿Cuántas jóvenes tienen Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) por culpa de Instagram o la falta de atención psíquica? Pero la prevención de la salud mental o atender a miles de jóvenes adolescentes solo merece un par de discursos. No piensan que los cuidados preventivos evitan enfermedades posteriores.
La Pandemia ha demostrado la necesidad de dedicar recursos y nuevos modelos de bienestar para cuidar al ciudadano, porque incluso alivia el coste sanitario, sobre todo en la gente de edad. Pero ni siquiera asumimos que la Silver Economy es todo un sector que genera riqueza, empleo y ahorra gastos sanitarios. La obsesión por controlarlo todo desde el sector público impide que la iniciativa privada contribuya a un nuevo modelo de bienestar. Por eso el cuídate y cuídanos implantado en docenas de países avanzados no está en la agenda española.
Y eso que los campos para mejorar nuestros cuidados son infinitos: la alimentación, los hábitos de vida y hasta nuestras casas y ciudades. Miles de ciudadanos se han dado cuenta con la Pandemia que nuestras viviendas son incómodas para vivir en momentos difíciles. Pero ese cuidado no consta en los planes de urbanismo municipales, aunque hay arquitectos que ya lo proyectan.
Periodista y comunicador