Una de las cuestiones que la pandemia nos ha dejado en evidencia es la importancia de las emociones y esa educación en nuestros niños. Durante el confinamiento muchos acabamos dando mayor importancia a ese acompañamiento emocional a los más pequeños, que fueron los últimos en volver a las calles.

La educación emocional es tan importante en el desarrollo de los niños que debemos ofrecerles situaciones, recursos, herramientas… que les ayuden a identificarlas y a manejarlas desde edades muy tempranas. Pero, ¿cómo lo hacemos? ¿cómo logramos mejorar esa “inteligencia emocional”?

La inteligencia emocional no es innata, hay que trabajarla, así ayudaremos a nuestros alumnos a desenvolverse en la sociedad. A los adultos también nos cuesta explicar las emociones. Cuando nos preguntan cómo estamos, respondemos “bien” pero no hablamos de cómo nos sentimos realmente. Para evitar esto hay que ofrecer estrategias que permitan reconocer, nombrar, identificar y encauzar cada una de las emociones desde pequeños.

Daniel Goleman, define la educación emocional como “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás”.

Una forma de poder entrenar nuestra inteligencia emocional es a través de los cuentos, y para ello hoy nos acompaña en este artículo Encarni Corral. Ella es maestra y autora del libro Elma y los monstruos sin nariz.

Ella nos cuenta que “los cuentos son el camino más corto para conectar con los niños. Así surge un hada llamada Elma que va experimentando, a lo largo de su historia, las distintas emociones. Ella no las reconoce y ahí es donde entran en acción los monstruos que utilizan unas narices de colores para identificar en cada momento cómo se siente el hada”. Se trata de una propuesta literaria muy visual y que permite al alumnado identificar de forma visual e intuitiva las emociones.

Las narices de colores, manipulativas y visuales, pretenden ser un elemento accesible para los niños, que faciliten su expresión y les ofrezcan multitud de dinámicas para trabajar. Cada color está asociado a una emoción, colores y emociones. ¿Y por qué se vinculan a colores? Porque para los niños pequeños siempre será más visual y reconocible.

¿Las narices cambian de color? “Sí, son de quita y pon. Elma y los monstruos a veces están contentos, a veces enfadados… y el color de su nariz, cambia”, nos cuenta Encarni. Realmente cada persona pasa por muchas emociones a lo largo del día, y es una manera rápida y dinámica de implicar a los alumnos en ese reconocimiento emocional. Quieren invitarnos a jugar, a hablar de las emociones, a llamarlas por su nombre y para ello tenemos que comenzar haciéndoles ver que no hay emociones buenas o malas, todas son válidas y necesarias. Cada emoción cumple su función, nos ayudan a reaccionar y responder a las situaciones que se nos presentan. A veces, podemos estar tristes, aunque no nos guste y llevar la nariz azul. No hay que evitar las emociones que podemos llamar negativas.

Ante esa visión negativa de algunas emociones, preestablecida por la sociedad, Encarni nos cuenta que “el equipo de animalitos la acompañan, incondicionales, pero no le dicen ‘no estés triste, no pasa nada’, porque a Elma sí le pasa algo, está triste, ha perdido sus alas y no tiene por qué ocultarlo.”

Las ilustraciones son otro de los puntos fuertes de esta propuesta literaria para trabajar en el aula o en familia. Nos hablan, sin palabras, de la respuesta que podemos ofrecer a los más pequeños cuando están tristes. Solo debemos acompañarlos, entristecernos con ellos, si es la emoción que nos despiertan, y explicarles que está permitido sentirse así, se llama tristeza y es de color azul.

El libro está enfocado para ser una ayuda para los niños, pero también para los adultos, que aprenden a expresar sus emociones a los niños.

¿Cómo trabajar las emociones desde nuestras aulas y desde casa?

Aparte de los recursos manipulativos y la lectura, Encarni nos ofrece otras herramientas escolares muy interesantes como el “Emociómetro” o el “Emocionario”, donde Elma es la protagonista: son muy buena opción para trabajar en la asamblea, sobre la alfombra, con los más pequeños, como disponemos de “Las lágrimas de Elma”, preparadas para convertirse en resorte de expresión oral. También tenemos recursos como “El termómetro del miedo”, “la caja bomba”, “el Diario de Elma”, “El bote del amor”, “Los botes sensoriales”, “Las tarjetas de la calma” … En definitiva, contamos con un amplio abanico de recursos para los docentes.

El refuerzo positivo es el mejor modo de concluir las sesiones, pulseras llenas de mensajes bonitos, el álbum de tarjetitas de Elma… son ese punto dulce que alimenta su autoestima.

Todos estos y muchos más recursos se encuentran en el código QR del cuento Elma y los monstruos sin nariz, un cuento que pretende convertirse no solo en invitación a la lectura, sino en baúl de recursos, en guía didáctica, en material útil para hacer cosquillas a las emociones. Elma quiere enseñar a nuestros chic@s a reconocer y ser conscientes de lo que sienten pero sobre todo quiere dotarlos de recursos para gestionar y canalizar SUS EMOCIONES.

¿Quieres descubrir de qué color es hoy tu nariz?

Encarni Corral. Autora de Elma y los monstruos sin nariz.

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