Con la movida de todo tipo que corre por los mercados (bolsa, laboral, materias primas, comercio…) llevo semanas escuchando lo mismo de empresarios, autónomos y trabajadores:
“No hay manera de encontrar gente que sepa trabajar.”
“Yo no he hecho una carrera para acabar vendiendo en la caja de un supermercado.”
“No me arriesgo a hacerle un contrato fijo a una aspirante que no ha trabajado nunca.”
Y ahí están miles de aspirantes a trabajar y miles de puestos de trabajo por cubrir. Y no solo en las carreras muy prestigiosas, sino también hasta en una cuadrilla de collidors. He visto gente necesitada de trabajo que ha dejado la faena a media mañana porque eso de llevar capazos no era para él: demasiado doblar el lomo.
Y en otros casos, gente que había hecho una carrera y ya se creía con derecho a ocupar un despacho con secretaria y chófer. Hay que demostrar lo que vales para que amortices un gasto en cualquier empresa solvente.
Por no hablar del que se declara emprendedor porque tiene una idea, saca diez mil euros a la familia y ya se cree Bill Gates. O se las da de empresario porque quiere mandar a muchos.
Hay una gran confusión entre los aspirantes a tener un trabajo y las necesidades de quien contrata. Unos creen que todos los derechos les asisten y los otros viven de rentabilizar las horas del currante para que el negocio vaya adelante.
Creo que la solución, con ser compleja, acaba siendo simple. Lo que ocurre es que estamos en una sociedad muy confusa entre lo que son derechos y obligaciones. Y ante las dificultades para ponerse de acuerdo en un mundo complejo, la cuestión es reducir complejidad y asumir las responsabilidades de cada uno desde el principio.
Todo es simplemente cuestión de talento y trabajo. Y talento hace falta para saber cortar una naranja del árbol para que no pierda apariencia y también para gestionar una empresa de ciberseguridad más allá de colocar cámaras en la habitación de invitados.
Como soy informático de carrera sé de tecnología y como sé de naranjas puedo ser capataz de una cuadrilla de collidors, es lo que dicen muchos condenados al paro. Hablo inglés a medias, fue la frase recurrente durante años. Mentiras por exceso de derechos. Hay miles de empresas de autónomos que fracasan porque el aspirante cree que basta con hacer muchas horas. Al final el negocio es bueno, pero poco productivo.
Talento y trabajo son dos combinaciones de éxito para el líder de la empresa y para el currante. Y estoy seguro de que nadie despide a un trabajador que ofrece estas excelencias a la empresa y no hay trabajador que se quiera ir de una empresa con un jefe que contagia talento.
Primero hay que prepararse para lo que venga. No vale con estudiar, ir a la universidad o hacer cursos nocturnos. Hay que tener talento y dedicación para lo que quieres hacer en la vida. Y si has nacido sin talento, pues estudia más lo que sea. Aprender es lo más barato. Y ahora saber es un valor añadido.
Segundo, porque pongas un negocio no significa que sepas de qué va. Ideas hay millones, pero la cuestión es gestionarlas. Y si no sabes gestión también hay que aprender. Te juegas tu dinero, que no recuperarás, aunque trabajes veinte horas si no las haces productivas.
Tercero. Aunque te creas Amancio Ortega tienes que saber encontrar el equipo que te acompañe en la gestión y en el liderazgo de tu gente. El talento es trabajo, actitud y acción, no solo saber hacer camisetas baratas.
Cuatro. El talento es el mejor valor añadido de un currito y lo que mejor debe valorar un empresario. Y al trabajador con talento, aunque sea colocando azulejos, hay que retenerlo en la empresa por encima de las apariencias del propietario e incluso sobre las deficientes leyes laborales.
Quinto. Todos los cambios que se están registrando en el mundo pueden derivar en más robotización y en menos empleo, pero seguro que para aquellos que sumen talento y trabajo a la empresa tendrán trabajo manejando robots o facturando los productos que las máquinas hacen.
Sexto. Esto indica que hay que prepararse para lo que viene (ya está aquí), que son trabajos con futuro. La salud, la ciberseguridad, los Recursos Humanos o la Inteligencia Artificial vienen pegando fuerte, lo cual no quiere decir que un licenciado de Bellas Artes no tenga trabajo si es capaz de ofrecer talento en un museo, por ejemplo.
Séptimo. Hay que hacer bien la selección de personal y el personal la selección de jefe. Y no es una broma. Un tío con talento puede elegir la empresa en la que trabajar. Y un empresario con talento debe cuidar la oferta por méritos, no por récords académicos, tratar bien al candidato, ser muy claro en el salario, no descartar a nadie porque lo puede necesitar en un futuro y no hacer mucho caso al cuñado.
Octavo. Y no hay que alardear, sino trabajar en valor añadido, aunque las ideas vengan un domingo por la mañana en la Malvarrosa. Una importante empresa de Valencia ha trasladado su departamento de innovación a China porque estaban hartos de que su equipo de ideas se olvidara del desarrollo de los inventos desde el viernes por la tarde hasta el lunes por la mañana. Muy talentosos, pero solo en horas de oficina. Picasso ya decía que la inspiración te debe pillar siempre trabajando.
Y no pongo más porque dejaría de ser talentoso para ser rollero.
Talento y trabajo es la excelencia, que ahora se pueden ver los partidos de fútbol en streaming.
Periodista y comunicador