La educación emocional es uno de los aspectos más importantes que se está implantando en la escuela a lo largo del siglo XXI. Tenemos libros con mucha teoría pero a veces en las escuelas y en los hogares nos falta saber cómo poner en práctica esa teoría emocional. A las familias les asusta generar niños de cristal, y a los docentes les absorben los contenidos y aprendizajes académicos, dejando poco espacio para trabajar las emociones. ¿Cómo podemos resolver esto? Esa es la pregunta que Amparo Calandín y Rebeca Mora (psicóloga especializada y docente) se plantearon y cuya respuesta hoy vamos a conocer y no por placer, sino por necesidad, ya que cada día se conocen más casos de alumnos con intenciones de suicidio.

P. Amparo, Rebeca, como comentábamos abriendo esta entrevista la educación emocional es ya una necesidad real, pero ¿por qué creéis que es algo necesario en cualquier colegio y cualquier aula?

Porque creemos que la IE (inteligencia emocional) no debería ser algo complementario u opcional, sino más bien una faceta integral de la educación. Los neurocientíficos ya nos han dicho que la emoción puede a la razón y que el aprendizaje ocurre cuando hay una base social y emocional sólida.

Los niños viven en un momento social complicado donde todo se tiene o todo cambia a un golpe de “clic”, donde el compañero de viaje es la falta de tiempo, el estrés, la ansiedad o la frustración.

Pero ¿quién les enseña a gestionar todos esos cambios, todos esos momentos donde todo no se puede conseguir de inmediato o el estrés?

Los colegios y las aulas son como pequeñas sociedades, en la que el tiempo apremia, en la que conviven diferentes personas con muy diversa casuística, donde tienen que cumplir unas normas… También son espacios donde hay que comunicarse, donde se dan situaciones que pueden resultar agradables o desagradables, donde se vivirán momentos que serán justos o injustos…. ¿qué mejor espacio que un aula para educar niños emocionalmente inteligentes y prepararlos para vivir en sociedad de una forma saludable?

Para nosotras educar niños emocionalmente inteligentes significa enseñarles y dotarles de conocimientos y herramientas que les permita; un gran autoconocimiento y autoestima, expresar sus puntos de vista u opiniones de manera efectiva y positiva, enfrentarse a todos esos momentos difíciles con los que se van a enfrentar, a que sean capaces de mezclarse y adaptarse de forma sencilla a personas conocidas o desconocidas con diferentes formas de ser o con diferentes caracteres, enseñarles a gestionar sus emociones de forma saludable en situaciones de estrés, frustración o ansiedad, a que tomen decisiones prácticas y como no enseñarles a ser empáticos, asertivos y practicar el contagio positivo.

P. Me parece muy interesante esa visión del aula y del trabajo por competencias emocionales. Ahora mismo hay comunidades como Canarias que tienen una asignatura de Educación Emocional, y otras en las que trabajamos de manera transversal, ¿creéis que el planteamiento a nivel general, con el q se trabajan las emociones en las escuelas es el adecuado?

Desde nuestra humilde opinión, creemos que no. Desde las aulas la mayoría del profesorado hace lo que puede y más, pero ¿realmente el profesorado tiene la formación o recursos para hacerlo con la seriedad, criterio o importancia que tiene la Inteligencia Emocional?
Llevamos unos años donde la I.E está como de moda en el ámbito educativo pero, además de cambiar normativa, ¿desde las inspecciones o centros se cerciora que el profesorado está cualificado y dotado de lo necesario para poder enseñar con la misma profesionalidad que se enseña cualquier otra cosa del currículo? La respuesta es NO, y creemos que empezará a ser adecuado en el momento en el que en los centros educativos y en las familias le demos la misma importancia al desarrollo cognitivo que al emocional. Las investigaciones ya dicen que el cociente emocional está a la misma altura que el cociente intelectual y que además es crucial para el desarrollo óptimo de las personas.
Por si esto no es suficiente, también las grandes empresas han cambiado el perfil de trabajadores que buscan, el perfil de una persona que además de conocimientos sea autodidacta, tenga habilidades sociales, que sepa trabajar en equipo y con gran capacidad de adaptación al cambio, es decir, personas con un gran cociente emocional. Y sin embargo en nuestros chavales vemos más claro que hay mucha falta de habilidades sociales, de respeto, de iniciativa… entonces, ¿realmente desde las aulas y colegios estamos preparando al alumno para lo que necesita?

John Dewey decía: “Si enseñamos a los estudiantes de hoy como enseñamos ayer, les estamos robando el mañana”.
Pero no nos desanimemos porque estamos en el principio y es una suerte el saber que la inteligencia emocional se puede enseñar y mejorar con el tiempo. No es un rasgo de personalidad fijo, sino más bien un conjunto de habilidades que se pueden aprender. Así que hagamos que sea posible desde las aulas y los hogares.

P. Suicidio-Bullying, ¿qué está fallando?

A pesar de ser probablemente la sociedad más informada de la humanidad, seguimos muy carentes de fortaleza emocional.
La baja autoestima sigue estando muy presente y eso nos hace más vulnerables ante la adversidad. Hay algunos valores que se están perdiendo o, no están tan presentes hoy en día, somos seres más individualistas, más superficiales y eso nos hace menos empáticos con los demás.
Esta tendencia hace que seamos menos sociedad y eso fomenta la falta de respeto y la infravaloración de los demás. Considero que este es uno de los múltiples motivos por los que, hoy en día, el bullying ha crecido estrepitosamente y con ello las tasas de suicidio en los adolescentes.
Para postre, las tecnologías han aumentado las posibilidades de comunicarnos con los demás, en muchos casos para bien, pero en otros para mal. Ahora el bullying no se limita únicamente a la escuela, saliendo de ella pueden seguir acosando, lo que genera unos niveles de estrés y malestar emocional más elevados que agudizan el dolor y, por consiguiente, la desazón y la desesperanza de quién sufre acoso, lo que le lleva a no encontrar alivio ni salida, aumentando las posibilidades de querer acabar con el sufrimiento de la peor manera posible, mediante el suicidio.

P. Ante todo esto surge HOPE CLASS, ¿qué nos aporta HOPE CLASS? ¿En qué beneficia su uso en el aula?

Lo primero que aporta Hope Class es JUEGO y una forma de enseñar ACTIVA y DINÁMICA para que los alumnos aprendan algo tan necesario en las aulas y en la vida que es parar, conocerse, conocer a los que me rodean, escuchar sin juzgar (que no oír) y desarrollar el sentimiento de pertenencia al grupo de la mejor forma que tiene un niño de aprender, aprender haciendo, es decir, aprender desde la curiosidad, la observación y la experimentación. Incluyendo también que es un juego atractivo, práctico y muy bonito visualmente.

Al igual que tenemos claro que el aumento del vocabulario en los alumnos o en nosotros impulsa el aprendizaje, mejorar de entrada la alfabetización emocional del aula, no cabe duda que conllevará a ayudar a los alumnos a desarrollar la autoconciencia, el autoconocimiento y por tanto la gestión emocional

Hope Class ayudará al profesor en el aula a generar un espacio de confianza donde el alumno será el protagonista de su propio aprendizaje y donde de forma natural irán desarrollando habilidades como la escucha, la amabilidad, la gratitud o la empatía.
Y al final todo esto ayudará a reducir las conductas disruptivas del aula y las que se den gracias al desarrollo de relaciones más positivas entre ellos, las resolverán de manera efectiva, sacando la mejor versión de sí mismos y la nuestra además de favorecer el respeto y los vínculos emocionales.

P. Creo que es una propuesta realmente de gran valor, pero ¿existen otras versiones de este juego para jugar fuera de la escuela? Lo pregunto porque estoy seguro que muchas familias también pueden estar interesadas.

Si, de hecho, la primera versión que creamos fue la de Hope Family. Déjame que te explique antes de pasar a contarte las versiones del juego, que todos ellos constan de una bolsita de tela con dentro 40 cartas dividas en 3 bloques, uno de preguntas poderosas, preguntas de curiosidad y retos para hacer en cada una de sus versiones. Imagínate cuantos momentos divertidos, cuantos momentos de autoconocimiento, cuántos momentos de compartir experiencias, cuántos momentos de enriquecimiento no solo a nivel personal, sino también según la versión a nivel familiar, individual, de amigos, de aula… podemos encontrar otros tres formatos muy interesantes para trabajar fuera del entorno escolar.

  • Hope Family. Con este juego conseguiréis provocar encuentros y momentos de familia enriquecedores, llenos de risas y conexión.
    Esta creado para fomentar el vínculo y el autoconocimiento de cada miembro de la familia pero, sobre todo, para vivir momentos de empatía, amor y descubrimiento.
    Muy recomendables para recomendarlas a los padres para trabajar en casa o para escuelas de padres dentro del entorno escolar.
  • Hope Friends. Con esta versión conseguirás provocar encuentros y momentos entre amigos enriquecedores, divertidos y de conexión emocional. Se crearán situaciones de vínculo y autoconocimiento entre amig@s pero, sobre todo, momentos de empatía, amistad y descubrimiento. Vamos a volver a nuestros orígenes, donde se compartía hablando. Aptas de 8 a 99 años. Ideal para recomendar a los padres o para sesiones de convivencia en la escuela o en centros de actividades extraescolares.
  • Hope Only you. Por último, te presentamos nuestra versión más individual. ¿Quién es la persona que más te tiene que conocer? Eso es, tú mism@. Así que, si eres de los que sientes que te falta algo y no eres feliz o si necesitas hacer cambios en tu vida y no sabes cómo, esta es tu herramienta de crecimiento personal. Pues ya tienes aquí este juego de cartas para atrevidos como tú, que buscan empezar o poder continuar un trabajo de crecimiento personal.
P. Muchas gracias por todo, y ojalá pueda ayudar a todas las personas a fortalecer su inteligencia emocional.

La nueva escuela del siglo XXI no sólo fortalece las capacidades y las competencias académicas de los alumnos. La nueva escuela del presente debe ser un espacio seguro en el que todos aprendamos a gestionar las emociones, y propuestas como HOPE CLASS nos permiten llegar a ello, al igual que sus variables para familia, amigos o incluso individual, y que podemos adquirir en www.kuati.es

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