En 2021 España alcanzó el récord europeo en inversiones de capital riesgo para emprendedores. Pero en el primer trimestre de 2022 España se ha puesto en la cola de estas inversiones para emprendimiento, porque el capital tiene miedo a correr mayores riesgos en un momento difícil. El dinero está saliendo incluso de la bolsa para ir a la inversión inmobiliaria, donde siempre se refugia cuando vienen retornos apurados.

La ralentización en emprendimiento también obedece a la constatación de un hecho del que huye el capital riesgo: hay muchas ideas para emprender, pero falta mucha capacidad de gestión de esas ideas. Y esa falta de gestión dificulta la obtención de rentabilidad en los plazos que pide una inversión.

El panorama en la Comunidad Valenciana, por ejemplo, es muy rico en ideas. Hay una gran cantidad de ideas geniales, muy trabajadas, que corresponden tanto a tecnología como al transporte o a la agricultura. Siempre se ha hablado de nuestra gran capacidad mediterránea por inventar y tener ideas brillantes. Y un recorrido por el tejido empresarial valenciano lo demuestra. Pero esas ideas hay que ponerlas a trabajar y ahí empiezan los fallos.

El genio que inventa un software o un torito para un almacén logístico no sabe gerenciar la idea con eficacia y necesita más inversión de la prudente, acaba cerrando o arruinando primero a la familia y luego al inversor que cerró los ojos y se metió a ciegas en el negocio. Y no hay que andar pidiendo ayuda pública, porque un ciudadano no tiene por qué pagar con sus impuestos los inventos mal gestionados de otros. Los riesgos sin garantías se los paga uno de su bolsillo o se queda en casa.

Por eso es conveniente acudir primero a buscar financiación profesional. Lo ponen muy duro y las más de las veces no sueltan un euro. Pero cuando lo sueltan es que la idea es buena y puede ser bien gestionada. Además, esos profesionales suelen dejar la empresa en manos de sus emprendedores, solo que ponen un controller que gerencia la contabilidad del emprendedor.

Lo malo es que por tener una idea ya todos nos creemos con la capacidad de gestionarla. Muchos emprendedores no dejan que nadie meta mano al desarrollo de su idea, con lo cual lo más probable es que todo se quede en caldo; no hay manera de hacer la paella. La idea se queda en idea y no hay desarrollo por buena que sea la perspectiva. Si a la ralentización de la inversión del capital riesgo le sumas esa ansiedad frente a la eficacia en la gestión, el emprendimiento pasa a ser una quimera.

Estamos en un momento económico difícil con grandes shocks de oferta que debilitan la posibilidad de sacar adelante una empresa. Por eso es necesario asumir que la gestión, la eficacia en la gestión, acaba siendo más importante a veces que las ideas brillantes. Hay muchas ideas por parir y muchos nuevos negocios por consumar, pero muchos de ellos fallan porque están mal gestionados.

Las crisis económicas, sean puramente financieras como las de 2008 o derivadas de la energía como pasa en este 2022, concluyen en cierres de empresas, bajada de persianas comerciales y hasta ruinas sorprendentes en negocios que prometían mucho. Gran parte de ellos son arrastrados por los mercados, pero otros simplemente es que están mal gestionados.

Funcionaban bien en épocas de vacas gordas y se hunden por incapacidad de sus gestores, que creen que por tener una buena idea y algo de dinero ya tienen el mercado conquistado.

Por eso los emprendedores deben apostar por su idea, pero aliarse con terceros o aprender a gestionar el invento. Ese es un buen método para recuperar la confianza de los inversores.

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