Existen colegios que son diferentes, se centran en trabajar con alumnos que presentan unas necesidades específicas. Son niños y niñas que nos hacen descubrir día a día lo importante que es aprender para la vida, valorar los pequeños logros, por insignificantes que parezcan. Y son alumnos para los que algo tan sencillo como saludar o mantener un contacto visual con otra persona, lo que es un pequeño paso para otros, supone un gran salto para ellos. Hablamos hoy de los centros de educación especial.

Hoy vamos a conocer un centro que desde hace años trata de sobrevivir a ciertas ideas curiosas de la educación. El CEE Torre-Pinos es un colegio que está en Torrente, ellos son centro de Educación Especial (CEE) y atienden a alumnos de 3 a 21 años de edad. Este centro tiene una organización diferente, sus clases no se determinan por la edad de los estudiantes, sino por sus capacidades y competencias. Es habitual encontrar clases con niños de distintas edades, pero que son capaces de realizar y aprender cosas similares. Este centro no se centra únicamente en los aprendizajes académicos, aunque evidentemente los realizan y trabajan (y mucho), pero además intentan potenciar habilidades sociales, destrezas para la vida adulta y, sobre todo, intentan que sus alumnos sean capaces de valerse por sí mismos ante cosas habituales, como por ejemplo poder desplazarse por el pueblo, mantener conversaciones y llevar una vida plena socialmente.

¿Cómo lo hacen? Desarrollan proyectos de metodologías activas, proyectos tan bonitos como su radio “Voces de Torre-Pinos”, en el que los alumnos hacen un programa de radio para potenciar su competencia comunicativa, ganar seguridad y aprender a superar sus limitaciones. Hace unas semanas pude ser testigo de esta experiencia y fue realmente gratificante ver lo que ellos son capaces de hacer. Aquí podéis ver un ejemplo de ese programa de radio excepcional. No sólo eso; además han desarrollado proyectos increíbles a nivel artístico e incluso literario, publicando un libro con un cuento infantil y en el que han colaborado con otros centros educativos del municipio. Eso es inclusión.

Muchas veces los centros educativos de educación especial son rechazados, o incluso ninguneados, por la administración educativa. Existe una tendencia (necesaria también) en favor de la inclusión, pero en la que parece que el único modelo de inclusión es manteniendo a los alumnos en centros ordinarios y con refuerzos de profesor especializado. Esta medida es evidentemente positiva para muchísimos alumnos, pero insuficiente para algunos, como demuestran los docentes del CEE Torre-Pinos. Las posibilidades que ofrece un centro de educación especial no son las posibilidades que puede ofrecer un centro ordinario y esta es una realidad incuestionable. Este centro, en particular, está gestionado por una cooperativa histórica de profesores y afrontan problemas serios cuando la administración se retrasa en los pagos de los conciertos y mantenimiento del centro. Hablar de inclusión es hablar de respuestas eficaces a las diversas necesidades, es hablar de dotación económica en tiempo y forma, hablar de inclusión es permitir que esos alumnos generen ese grupo de pertenencia y convivencia necesario para ellos. Hablar de inclusión es ampliar el sentido de comunidad educativa.

El secreto de este centro reside en su profesorado: docentes con un grado de implicación que va más allá del horario establecido y que no tienen miedo a enseñar de una forma diferente. Un valor propio del centro es la implicación de las familias, porque que el profesorado es consciente de que los padres de sus alumnos son la piedra angular para que todo funcione y sea efectivo. Tienen impreso en la piel cómo trabajar con los padres, apoyarles, ayudarles en cada uno de esos pequeños retos que poco a poco sus hijos superan y para ello les invitan al aula, a estar presentes, participar de manera activa e implicarse en actividades de todo tipo. Un ejemplo es el Día de la Familia, una actividad que se celebrará el próximo 18 de mayo y en la que alumnos, docentes, familias y miembros de la comunidad educativa comparten ilusión, juegos, dinámicas, actividades… y también paella.

Para finalizar, únicamente quiero invitar a la reflexión, a cambiar nuestra mirada a las personas que presentan necesidades distintas, porque cada uno de nosotros, forme parte de un centro ordinario o uno de educación especial, tenemos necesidades diferentes y si aspiramos a una educación para todos, equitativa y que sea ascensor social para todos, debemos reconocer el valor y la propuesta realmente positiva que ofrecen centros educativos como este. Por una escuela de inclusiÓN en la que todos obtengamos respuesta a nuestras necesidades.

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