El programa El Faro, presentado por Luis Motes en La 8 Mediterráneo, ha recibido recientemente a Iván Espinosa de los Monteros para la entrevista central de la noche. Su visita a Valencia coincidió con el impulso del laboratorio de ideas Atenea, un espacio desde el que busca articular un proyecto de regeneración institucional y económica para España desde una sensibilidad liberal-conservadora.

Durante casi una hora de entrevista, Espinosa de los Monteros analizó la situación del Estado de Derecho, la calidad de la clase política actual frente a la de la Transición, el desencanto de los jóvenes, el conflicto territorial en Cataluña, la gestión de la DANA en la Comunitat Valenciana y los posibles escenarios de gobierno entre PP y Vox. Su diagnóstico: España vive un tiempo de estancamiento económico e institucional, pero también dispone de talento, recursos y tiempo —limitado— para preparar un “segundo milagro económico”.

Un espacio de conversación de asuntos públicos, by Luis Motes

Luis Motes (LM): En la presentación se le definía como un activista que busca un espacio común donde confluyan sensibilidades liberales y conservadoras en España, hoy muy divididas. ¿Se reconoce en esa definición?

Iván Espinosa de los Monteros (IEM): En buena medida, sí. Lo que intentamos hacer es defender, proponer y definir algunas de las mejores ideas que ya sabemos que funcionan. Lo sabemos porque se han probado a lo largo de la historia en muchos países y en muchos momentos. Sin embargo, en España esas ideas no son las que más se escuchan en el ámbito político.

A la vez queremos proponer reformas pensando en el medio y largo plazo. Los partidos viven atrapados en la noticia del día, en el titular de cada momento, y eso dificulta que se sienten a pensar qué país queremos dentro de 20 o 30 años.


Recuperar el Estado de Derecho

LM: Uno de los ejes de ese plan de regeneración que plantea Atenea es “recuperar el Estado de Derecho y desmontar el andamiaje del sanchismo”. ¿Por dónde se empieza?

IEM: Hay muchos ámbitos en los que España necesita reformas —economía, educación, sanidad, justicia, defensa, exteriores, vivienda, pensiones…— pero lo primero es recuperar el Estado de Derecho. Es una condición sine qua non de cualquier sociedad democrática que quiera prosperar.

Debería ser una reforma apoyada por gente de izquierdas y de derechas. Que haya separación de poderes, contrapesos e instituciones independientes que no estén siempre copadas por el gobernante de turno es lo que permite que luego podamos discutir, ya en política, si uno es más de izquierdas o de derechas, más liberal o más progresista, y qué hacer con la economía o con cualquier otra política pública.

Si el marco de juego se manipula, todo lo demás se deforma.

LM: En ese contexto, la condena al fiscal general del Estado ha causado un enorme impacto. ¿Qué lectura hace?

IEM: Es algo que no debería volver a ocurrir en una democracia consolidada. Y más cuando el propio presidente del Gobierno dijo aquello de “¿de quién depende el fiscal general? De mí”. Si el fiscal general termina inhabilitado, la consecuencia política la tiene que asumir quien le nombró y presumió de ello.

La inhabilitación del fiscal no es solo un problema para él; es, en mi opinión, una inhabilitación moral para el presidente del Gobierno, porque confirma que ha traspasado los límites de la separación de poderes.


De la Transición a hoy: la batalla del relato

LM: El Rey recordaba recientemente la altura de miras de la Transición, algo que muchos consideran que falta hoy. ¿Comparte ese diagnóstico?

IEM: España ha evolucionado muchísimo en 50 años. Los primeros 30 años tras la muerte de Franco fueron de un desarrollo económico extraordinario; los últimos 20, en cambio, han sido de estancamiento. Pero, en conjunto, somos un país más avanzado: con jóvenes mejor preparados, empresas más internacionalizadas y grandes progresos en deporte, ciencia o cultura.

El único ámbito en el que hemos ido hacia atrás es en la calidad de nuestros políticos. Hace 50 años las Cortes franquistas se autodisolvieron; el Partido Comunista renunció a la bandera republicana, aceptó la monarquía parlamentaria y la economía de mercado. Hubo sacrificios importantes pensando en el bien de España. Hoy algo así es impensable.

LM: La izquierda recurre con frecuencia al franquismo y a la memoria histórica. ¿Cómo cree que debe responder el espacio liberal-conservador?

IEM: Yo creo que hay dos planos. Primero, mirar hacia adelante: cómo hacer que España vuelva a crecer, a generar oportunidades, a ampliar la clase media. No tiene sentido estar permanentemente hablando de lo que pasó hace 80 o 90 años.

Y, si hay que hablar, hablemos: la transición pacífica a una monarquía constitucional la lideró el Rey Juan Carlos, pero quien dio el primer paso de generosidad fue la derecha, que tenía el poder para impedir ese cambio. La derecha tiene poco de lo que avergonzarse y mucho de lo que estar orgullosa. Le corresponde interiorizar que los modelos políticos, económicos y sociales de las democracias liberales han sido superiores y saber explicarlo.


Jóvenes, autoritarismo y oportunidades

LM: Una encuesta reciente señalaba que uno de cada cuatro jóvenes no ve tan mal un sistema autoritario. ¿A qué cree que responde?

IEM: Creo que responde a que esta generación tiene menos oportunidades que sus padres y sus abuelos, algo que no ocurría desde la Guerra Civil. Llevamos dos décadas perdidas: todavía no hemos recuperado el nivel económico de 2007. Cualquier menor de 40 años no ha vivido un periodo prolongado de prosperidad en su vida laboral.

En un mundo de oportunidades, donde la clase media se expande, ese tipo de tentaciones autoritarias se diluyen. Por eso insisto en que muchos problemas sociales y políticos se resuelven con una economía diseñada para crecer, generar empleo bien pagado, facilitar el acceso a la vivienda y a formar una familia. Si España volviera a aplicar con convicción las ideas que han hecho prosperar a las democracias occidentales, la percepción de muchos jóvenes cambiaría.


Cataluña, relato e inmigración

LM: Ha defendido que en el Congreso existe hoy una mayoría ideológica liberal-conservadora, pero que la derecha tiene un “problema con Cataluña” que bloquea acuerdos. ¿Cómo lo diagnostica?

IEM: El problema no es con Cataluña, sino con los separatistas catalanes y con décadas de cesiones. Durante mucho tiempo se ha renunciado a dar la batalla cultural, a explicar el relato histórico, económico y social. Cuando tú dejas de explicar la verdad, cuando no estás presente, vas perdiendo por incomparecencia, no porque no tengas razón.

Además, ciertas políticas de inmigración completamente equivocadas han generado daños serios en algunas zonas de Cataluña, especialmente en provincias como Lleida o Girona. Se han producido situaciones de falta de integración y de choque con principios básicos de nuestra civilización, como la igualdad entre hombres y mujeres o la separación entre religión y Estado. Todo eso hay que analizarlo con rigor y buscar remedios, explicando muy bien los problemas asociados a la inmigración ilegal sin necesidad de abrazar el separatismo.


Salida de Vox y nacimiento de Atenea

LM: Usted dejó la primera línea política y abandonó Vox, lo que muchos interpretaron como la pérdida de una de las voces más potentes del ámbito conservador. ¿Por qué tomó esa decisión?

IEM: Siempre me tomé la política como una actividad temporal. No soy político de profesión: tengo mis actividades privadas, que me van bien y con las que estoy muy a gusto. Le dediqué a la política unos años con enorme entusiasmo y orgullo, sabiendo el sacrificio personal que suponía.

En un momento dado cambian algunas circunstancias de la vida y ese sacrificio deja de ser posible. Lo expliqué en su día y no hay mucho más misterio.

LM: ¿Atenea es, entonces, una plataforma para regresar a la primera línea o algo distinto?

IEM: Atenea no pretende entrar en la lucha partidista ni comentar el suceso del día. Es un vehículo pensado para el largo plazo, para trabajar en lo que España necesita aunque ahora no sea noticia.

Por ejemplo, España necesita un gran plan de infraestructuras, un plan de agua, un plan de transportes… Hoy se habla muy poco de eso. Atenea quiere estudiar, proponer y poner sobre la mesa esas reformas estructurales que trascienden una legislatura.


La DANA y las infraestructuras pendientes en la Comunitat Valenciana

LM: Usted ha aprovechado su visita a Valencia para referirse a la DANA y a los daños provocados en la comarca. ¿Qué le sugiere la gestión que se ha hecho?

IEM: Creo que estamos viendo las costuras del sistema. El Estado está siempre para cobrar impuestos, multas y hacer inspecciones, pero no para prevenir tragedias que se podían evitar.

El desvío del cauce del Turia se hizo hace décadas después de una riada que se había repetido durante siglos. En el caso de la DANA, llevamos 300 o 400 años de episodios similares y, sin embargo, no se ha tomado la decisión de hacer las obras necesarias pese a que llegaron a estar previstas en el Plan Hidrológico Nacional de 2004.

Aquí ha habido gobiernos de distinto signo y responsabilidades compartidas: se cedió a la presión de quienes se oponían a esas obras, luego no se retomó el proyecto cuando cambió el color político y, al final, la tragedia ha llegado igual. El relato lo gana uno, pero la responsabilidad es de varios.


Reconfiguración política en la Comunitat Valenciana y pactos PP–Vox

LM: La Comunitat Valenciana se encamina a una nueva configuración de gobierno en función de la mayoría PP–Vox en Les Corts. Da la impresión de que Vox se siente más cómodo fuera de los gobiernos que dentro. ¿Comparte esa impresión?

IEM: Es una decisión legítima de cada partido. A mí lo que me preocupa no es quién entra en el gobierno, sino que haya gobiernos estables donde se puedan acordar y aplicar buenas políticas.

Tenemos experiencias en distintas comunidades: en algunas se han entendido en pocas horas después de campañas en las que se prometía que jamás se pactaría. Eso, en realidad, es positivo: es lo que tendría que ocurrir también a nivel nacional si los números dan.

LM: ¿Imagina a Santiago Abascal como vicepresidente en un futuro gobierno estatal PP–Vox?

IEM: No tengo ni idea; dependerá de los resultados y de cómo evolucionen esos gobiernos autonómicos y municipales. Lo que sí creo es que, si se da una mayoría suficiente, lo lógico es que PP y Vox se pongan de acuerdo para garantizar una legislatura estable y ambiciosa en reformas. Desde Atenea queremos contribuir con ideas y propuestas para ese posible escenario.


Tensión en la calle y oposición de la izquierda

LM: Ha dibujado un escenario de gran tensión social si se produce un cambio político de ese tipo. ¿Lo considera inevitable?

IEM: Creo que sí, independientemente de lo que haga ese hipotético gobierno. Ya lo vimos con el Gobierno de Rajoy, que apenas alteró el status quo y aun así hubo movilizaciones masivas. La experiencia demuestra que, cuando gobierna la derecha, ciertos sectores se movilizan hagan lo que hagan.

Si la oposición en la calle está garantizada, entonces lo responsable es aprovechar para hacer reformas profundas que merezcan la pena. Que dentro de cuatro años se puedan mostrar resultados y consolidar una senda de crecimiento y regeneración institucional.


Corrupción, Sánchez y el “segundo milagro económico”

LM: La corrupción vuelve a sacudir la política y afecta en este momento al PSOE y al Gobierno. ¿Cree que puede acabar con Pedro Sánchez?

IEM: En un país normal y con un presidente normal, debería. Pero este Gobierno ha demostrado que le da igual todo: que condenen al fiscal general, que haya dirigentes imputados, que se señale al entorno familiar… No parece que palabras como honor, decencia o regeneración pesen demasiado en sus decisiones.

Eso significa que probablemente tendremos dos años de inestabilidad política, pero también dos años para que la oposición se prepare. No puede repetirse lo que ocurrió en 2011, cuando el Gobierno saliente maquilló el déficit y el nuevo Ejecutivo se encontró un cuadro macroeconómico distinto al esperado.

LM: ¿Qué habría que preparar exactamente durante esos dos años?

IEM: Un plan de choque en toda regla: reformas económicas y estructurales, un gran plan de infraestructuras, de agua, de transportes, de regeneración democrática. Hemos perdido casi 18 años desde 2007 y no podemos permitirnos perder más.

La parte positiva es que hoy tenemos recursos que no existían hace 20 años: fondos europeos, capital privado dispuesto a participar en grandes proyectos a través de colaboraciones público-privadas, y un país mucho más especializado, con profesionales de enorme talento.

Si ponemos todo eso a trabajar de manera ordenada, España puede vivir un segundo milagro económico. De eso va, en buena medida, el plan de regeneración que queremos impulsar desde Atenea.


La conversación en El Faro dibuja a un Iván Espinosa de los Monteros más volcado en la batalla de las ideas que en la contienda partidista inmediata. Desde Atenea, su apuesta pasa por reconstruir el Estado de Derecho, diseñar grandes planes de infraestructuras y reformas económicas y preparar a la derecha para aprovechar una eventual mayoría futura.

Queda por ver si esas propuestas se traducirán en políticas concretas, pero el mensaje que deja en Valencia es claro: España, sostiene, tiene talento y recursos; lo que falta es voluntad política y visión de largo plazo.

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