Desde hace un tiempo muy corto se habla mucho del metaverso como una nueva aplicación tecnológica sobre la que van a pivotar todos los negocios del mundo. Pero también se dice que esto es una fantasía y que apenas pasará de ser un divertimento para iniciados. Pero lo mismo se decía de los videojuegos y ahora son un negocio de miles de millones de dólares o euros, como prefieran.

El videojuego factura tanto o más que el PIB de algunas naciones europeas y en la misma Valencia contamos con unas cuantas empresas con plantillas de más de cien personas que colaboran con grandes multinacionales diseñando trajes o ciudades para los contenidos de los videojuegos más populares y vendidos. Trabajan hasta licenciados en Bellas Artes y en Historia para que en el juego no se escape ni una espada fuera de contexto. Lo mismo puede acabar ocurriendo con el metaverso. O no y es solo una tontería.

Lo cierto es que en varias reuniones de agencias publicitarias en España se confirmó que para enero 2023 el metaverso ya será un soporte digital a tener muy en cuenta en las campañas publicitarias que las marcas programen a partir de ese momento. Habrá que adaptar historias, guiones e imágenes, pero todos dan por sentado que el metaverso va a ser una realidad incluso más allá de los frikis del lugar.

Lo cierto es que mantengo dudas, por eso recurro a una experta como Cathy Hackl para que explique cómo imagina la utilización del metaverso en un día normal de un usuario, teniendo en cuenta que en cada acción puede publicitarse una marca, un hábito o un modelo social.

Dice Hackl que una joven “se despierta y comienza su rutina matutina gracias a su asesor de voz. Ella va a su armario y mira la versión volumétrica de sí misma, que es como un avatar u holograma de ella, y ​​comienza a probarse ropa virtualmente usando esa versión volumétrica de sí misma que tiene todas sus medidas, y luego selecciona lo que se va a poner ese día. Y la ropa real que luego se pone en su yo físico tiene un componente digital. Puede modificar el aspecto de su atuendo dependiendo de con quién esté virtualmente, o tal vez su lápiz labial tenga nanopartículas táctiles digitales incrustadas, para que pueda saludar a su pareja que está de viaje en otro país y sentir su abrazo.”

Esta descripción se traduce en centenares de impactos publicitarios de una ropa, el despertador, el café, el pintalabios o el twitter que lee. Por lo tanto, puede ser un negocio. Ahora bien, ¿quién a va a ir por el mundo con unas gafas como pantallas en la cara? ¿Vamos a querer vivir vidas paralelas en formato presencial y formato digital? Decíamos que no, pero ahora ya se hace en Instagram, Tinder, TikTok y otras aplicaciones con millones de usuarios. Y cualquier usuario activa sus pagos y cuentas corrientes y sus compras desde un simple móvil.

Por si acaso le interesa el tema, adjunto una entrevista entre dos expertos que desmenuzan para la consultora Mckinsey lo que puede ser el metaverso en el mundo de los negocios.  (Desde el buscador puede traducirse al español).

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