Los alumnos españoles pasan en sus aulas una media superior a 4 horas diarias. Un espacio amplio, grande, que dista entre los 40 y 50 metros cuadrados diáfanos. Pero a la vez un espacio que se debe compartir entre 25 niños inquietos que necesitan moverse…
Cada maestro tiene sus estrategias para gestionar esos espacios, no todos los centros son modernos y con cristaleras, la mayoría de los centros educativos tienen más de 40 años a sus espaldas y la construcción de los mismos no siempre se ciñó a decisiones pedagógicas. Hoy hablamos con los alumnos del CEIP Cristóbal Colón, de Villaverde (Madrid), quienes nos dicen que “nuestra clase no es igual a las demás. Es muy especial porque no hacemos cosas normales”. Concretamente los alumnos de 5ºB, cuyo tutor es el maestro Carlos Chamorro, un docente innovador especialista en EF y reconocido públicamente por su iniciativa “El camino de piEFcitos”, pero hoy hablaremos con ellos sobre el día a día en su aula, de una manera diferente y dinámica.
Lo primero que nos llama la atención son sus pizarras, donde cada día aparecen “desafíos” de aprendizaje. “Nunca sabemos cuándo toca Matemáticas, Lengua o Ciencias, pues lo que nosotros leemos es el nombre del desafío” y, a partir de ese desafío inicial, el aprendizaje empieza a generarse con la participación de alumnos y docente.
“Cada cierto tiempo, encontramos una FRASE MOTIVADORA en la pizarra de RETOS PARA CASA”. El profesor Carlos considera que la motivación del estudiante es fundamental y siempre trata de generar esa resiliencia en ellos para superar los retos, los cuales no se limitan al aula, sino que también implican a las familias.
“Como trabajamos sin libros, tenemos una pizarra en la que vamos construyendo nuestro aprendizaje, realizando dinámicas de pensamiento para descubrir lo que sabemos del contenido que vamos a tratar, qué nos gustaría saber sobre el mismo y la manera en la que queremos aprenderlo (viendo vídeos, creando maquetas, yendo de excursión, con dioramas, dibujando, leyendo…) que nos ayuda a poner el foco de atención en nuestros intereses. Cuando acaba el proyecto, comparamos lo que sabíamos el primer día con lo que hemos aprendido después de las clases invertidas, dándonos cuenta de la gran diferencia que hay entre el inicio y el final”, nos cuentan los alumnos.
En el aula, además de los retos, se generan diversas dinámicas de clase. “Todas las semanas empezamos abriendo el BUZÓN DE SUEÑOS, en el que metemos diferentes papeles con sugerencias, propuestas de mejora, problemas…”, de esa forma inician la asamblea, sentados sobre cojines. “Una vez al mes tenemos un VIDEOFORUM con películas que nosotros elegimos”, así se organizan debates, se trabaja el sentido crítico constructivo y se enseña a los alumnos a aceptar las opiniones de otros.
El profesor Carlos también utiliza elementos propios de la gamificación, “cuando realizamos alguna acción que ayude a mejorar el clima de la clase, obtenemos CARTAS DE VENTAJA, que podemos utilizar de manera individual, como elegir cinco canciones como hilo musical del tiempo de trabajo”, se trata de una manera sencilla de mejorar la convivencia del aula y democratizar ciertos aspectos. La música es un elemento importante es la gestión de una clase y entrar al aula con música relajante permite eliminar posibles situaciones conflictivas.
Además es un aula que conecta con el mundo, “cada cierto tiempo, conocemos a personas “famosas” del ámbito deportivo, social, culinario… bien porque viene a visitarnos al colegio como fue el caso de Ander Mirambell o Laura García-Caro, o bien a través de videoconferencias como Juanjo Morillas, Ángel Jiménez o Patrícia García Rodríguez” y actúan de forma proactiva ante lo que sucede en su barrio y entorno más cercanos, como el conflicto de Ucrania (tienen a una alumna ucraniana) o con el cáncer y otras enfermedades cercanas en el entorno del aula.
¿Y el mobiliario del aula? Han convertido los típicos pupitres en mesas “vileda” forrándolas con plásticos, también tienen tapices matemáticos que les sirven de recordatorio y por supuesto utilizan pelotas de tenis en las sillas y mesas para reducir los ruidos involuntarios.
Además, trabajan por rincones, teniendo un espacio de lettering y dibujo, otro espacio de palabras positivas que pueden llevarse en la mochila o incluso una zona de relax. Es llamativo un espacio singular que ellos nos cuentan: “si alguna vez nos encontramos tristes tenemos el RINCÓN DE MÍ, donde tenemos fotografías con nuestros familiares o de cosas que nos agradan”.
Toda esta modificación de espacios nos permite cambiar la manera de aprender, y trabajar en la clase desde una perspectiva nueva que cobra sentido gracias a la globalidad de estos cambios. “Aprendemos a través de los juegos. Utilizamos diferentes materiales que podemos manipular, intercambiar y tocar para entender mejor el contenido. Por ejemplo, hemos usado piezas de LEGO para ver las sílabas, diferenciar átonas y tónicas, descubriendo sin son agudas, llanas o esdrújulas” nos cuenta uno de los estudiantes.
“Al inicio de curso nos propusimos crear nuestro propio GABINETE DE PRENSA para convertirnos en periodistas con el objetivo de contar en nuestro propio periódico todo lo que pasa, semana a semana, en nuestra clase en forma de ‘creaciones’. Esto nos ayuda a mejorar nuestra expresión escrita, aumentar nuestro vocabulario y poner el foco de atención en disminuir las faltas de ortografía”.
Como no podría ser de otra manera, el aprendizaje se transforma generando nuevas sensaciones, y es que aprendemos también gracias a las emociones. “Me siento más completa y más feliz, siento que aprendo mucho mejor”, nos cuenta una de las alumnas mientras otra afirma que “trabajar así me ayuda mucho, reparte mucha alegría, hace que las cosas sean más fáciles y se aprendan mejor. Nos hace tener ganas de venir al colegio”.
Este trabajo no puede depender únicamente del docente, es importante conocer la opinión de las familias, y para ello les hemos preguntado cómo están viviendo esa experiencia.
Una madre nos responde que “es una clase confortable, motivadora, con una zona de relax, árbol con frases de escritores, 4 pizarras, las ‘chuletillas’ que pueden tener en las mesas, un buzón de sueños… El trabajar las asignaturas por proyectos ha provocado un cambio: gracias a las exposiciones está ganando confianza a la hora de hablar delante de más personas y está mejorando su expresión oral”. “El curso actual está siendo muy diferente. Está muy motivado, muy contento, casi no trae deberes porque casi siempre los acaba en clase. Lo que más me ha sorprendido es la posibilidad de ganarse poderes y poder usarlos tanto de manera individual como compartirlo con el resto de la clase. Los proyectos y la búsqueda de información le hacen aprender de manera autónoma. Espero que poco a poco la evolución de las aulas vaya en este sentido”, nos dice otra familia.
Carlos nos comenta:
“Como docentes es importante que seamos capaces de transformar los espacios educativos, no necesitamos grandes inversiones, simplemente con algo de creatividad e iniciativa podemos generar esos cambios que hacen que la educación sea realmente algo inolvidable para los niños.”
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